lunes, mayo 24, 2010

Con la Ley de Arizona impera el miedo

Olga Imbaquingo. Enviada especial a Arizona

Es tiempo de miedo en Arizona. Manejar el auto, dejar al hijo en la escuela, llevar a un enfermo al hospital o ir a comprar el pan se ha vuelto un suplicio para los inmigrantes. Tragan saliva para luego, a fuerza de contener la respiración, atajar las lágrimas que, para algunas mujeres, es el único desahogo al pánico que las domina.

En Phoenix, la capital, o en los campos agrícolas de Arizona no se habla más que del amigo al que ya deportaron, de los que ya se han regresado a México o de los que están haciendo maletas rumbo a Utah o a Nuevo México antes de que la ley 1070 los alcance.

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