domingo, septiembre 14, 2014

Fatú Darbo: la otra cara de la inmigración

J.D.M. La de Fatú Darbo no es la típica historia del inmigrante africano que llega en patera a Canarias y acaba dando el salto a la Península o a otros países de Europa. Ella ha permanecido en el Archipiélago desde que llegó en 1996 "por amor". Hoy, con 45 años, lleva once con un trabajo estable tras conseguir los imprescindibles y anhelados "papeles". "No llegué en patera ni por mar", asegura esta madre de cinco hijos -Abu, de 18 años, Sara, de 16, Latif, de 14, y los pequeños Cristian, con 6, y Claudia, con 3-. "Mi marido, añade, era de nacionalidad española aunque africano y nos trasladamos aquí hace 18 años. Mi idea era ir y venir, pero nunca he regresado a Gambia, un país pequeño y tranquilo, pero con corrupción". Banjul, la capital, está a dos horas y media de viaje en avión "y a 135 euros, no es tan costoso, pero no he podido ir por los niños". La familia de Fatú con la que mantiene el contacto vive en el pueblo de Yundum, donde ella nació, muy cerca del aeropuerto. De hecho, explica, "mi padre era jefe de equipajes y mi madre, empresaria. Ya fallecieron y me inculcaron el valor del trabajo. Teníamos facilidades para el visado y tengo cinco hermanos en Alemania, tres en Estados Unidos y dos en Inglaterra". Fatú es la tercera entre 15. "He vivido entre hombres porque solo hay otra chica más pequeña. En mi país, con un 80% de musulmanes, las mujeres tenemos límites y frenos a casi todo. Me casé a los 21 pero lo habitual es hacerlo a los 16. Cuando llegas a una edad siempre te preguntan: ¿Qué haces que no estás casada?". De etnia mandinga ("como Kunta Kinte, el protagonista de Raíces", apunta) estudió hasta el "high school", equivalente al bachiller. De cultura inglesa, asegura haber aprendido el idioma español, del que no articulaba una frase cuando llegó, "con un diccionario y casi palabra a palabra". Acostumbrada al trabajo duro en la limpieza tanto en su casa como fuera, ha educado cinco hijos que salen poco a poco adelante. "El problema de África -valora,- pese a su riqueza natural, es la corrupción. Sus dirigentes se quedan con el dinero de las ayudas como ahora con el ébola. Me da vergüenza y pena ver las imágenes de la valla de Melilla. Hay una gran ignorancia allí sobre la vida aquí. La emigración tiene que ser legal". Fatú residió un año en Las Palmas. Antes y después, lo hizo en diversas zonas de Santa Cruz como la avenida Islas Canarias, cerca del puente Zurita, o Tomé Cano. En 2000 se separó del padre de sus tres hijos mayores. "Me vi sola con mis niños, el mayor de cinco años, y sin papeles", explica para añadir: "Solo la ayuda de Cáritas y el proyecto Atacaite me permitió salir a flote. Una trabajadora social, Mónica , fue clave para encontrar trabajo. Estuve cuatro años, un período mucho más largo que la media". En diciembre de 2005, Fatú recibió las llaves de una VPO en Llano Alegre (Ofra). Fue como "un regalo de Navidad", dice. Allí vive "muy tranquila" con sus hijos. Abu, al que le encantaría viajar a Gambia y conocer sus orígenes, ya es mayor de edad. Estudia en Ofra 5 y aspira a una carrera de ingeniería. "Quiero que mis hijos estudien en la universidad", asegura orgullosa esta inmigrante atípica mientras intenta controlar a los más desinquietos de la prole, los pequeños Cristian y Claudia. http://eldia.es/sociedad/2014-09-14/7-Fatu-Darbo-otra-cara-inmigracion.htm

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