domingo, febrero 15, 2015

Marruecos, pionero en África del Norte en regularizar a inmigrantes

Brutalidad de la represión policial, expulsiones nocturnas a Argelia, tardanza en negociar y más en aplicar los convenios firmados con países europeos, etcétera. El trato otorgado por las autoridades de Marruecos a los inmigrantes irregulares, sobre todo subsaharianos, ha sido criticado con frecuencia por ONG de derechos humanos y, a veces, por instituciones internacionales. Rabat acaba, sin embargo, de administrar una lección a sus vecinos norteafricanos y, de paso, también a España. Ha sido el primer país del Magreb que, impulsado por el rey Mohamed VI, ha puesto en marcha un plan de regularización de inmigrantes que empezó a finales de 2013 y acabó el 31 de enero. Charki Draiss, el ministro adjunto de Interior, hizo el lunes balance de la operación. El 65% de los que solicitaron "papeles", 17.916 personas, los han obtenido, anunció Draiss. Prácticamente todas las mujeres y niños inmigrantes han sido regularizados. Aquellos que no lo han logrado tienen la posibilidad de recurrir ante una comisión creada en junio. Fue puesta en pie después de que asociaciones marroquíes de derechos humanos señalasen al Ministerio del Interior que las oficinas abiertas para tramitar la regularización no aplicaban criterios homogéneos. Era necesario, le dijeron, que aquellos que se habían topado con funcionarios rígidos pudieran apelar ante otra instancia. Ninguno de los vecinos de Marruecos ha llevado a cabo ninguna operación de regularización. En Argelia, sin embargo, había hasta ahora más posibilidades de empleo para los subsaharianos, en la agricultura o en la construcción, que en Marruecos. Muchos "sin papeles" trabajaron allí en negro durante meses hasta ahorrar un dinero con el que seguir su viaje. Aun así sus autoridades nunca han contemplado que pudieran quedarse como residentes. Primero senegaleses, después sirios En desglose por nacionalidades de los regularizados coloca en cabeza a los senegaleses (6.600) seguidos por los sirios (5.250), algunos de ellos reconocidos como refugiados por la representación en Rabat del Alto Comisionado de la ONU. El alto porcentaje de sirios es también una lección a la vecina España. En el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla se agolpan 1.500 sirios, según el diario local Melilla Hoy. No parece que vayan, por ahora, a obtener "papeles". Ante la mayor crisis de refugiados desde, probablemente, la II Guerra Mundial -afecta a 3,8 millones de personas en Oriente Próximo- el Consejo de Ministros español anunció en diciembre que había aprobado un programa de reasentamiento para acoger, a lo largo de 2015, a 130 sirios. El número es 230 veces inferior a la de Alemania. El número parece ridículo si se pone en relación con la magnitud de la tragedia. El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, trató de matizar ayer en los pasillos del Senado la pequeñez del esfuerzo español. "Las peticiones de asilo están creciendo exponencialmente", afirmó. "Ya se están admitiendo a trámite y tramitando expedientes para centenares de ciudadanos sirios", recalcó. El primer ministro marroquí, Abdelila Benkiran, afirmó recientemente en el Parlamento que el número de irregulares en su país oscilaba entre 35.000 y 40.000. Es decir que, una vez concluido el proceso, seguirá habiendo en Marruecos entre 17.000 y 22.000 "sin papeles". Algunos de ellos fueron rechazados por no cumplir los requisitos para obtenerlos, otros no mostraron interés porque su objetivo es Europa y los hay también que, aislados en los bosques, no se han debido de enterar de la oportunidad que tenían. Contra ellos lanzaron, ayer martes, una ofensiva las fuerzas de seguridad marroquíes. Desmantelaron sus campamentos en el monte Gurugu, que domina Melilla, y es probable que en los próximos días hagan otro tanto alrededor de Ceuta aunque allí los subsaharianos son menos numerosos. Desde el Gobierno español se aplaude esta iniciativa que disminuirá, al menos durante un tiempo, la presión migratoria sobre ambas ciudades autónomas. A los apresados en las cercanías de Melilla les han trasladado en autobuses no hasta Oujda -la gran ciudad marroquí pegada a la frontera argelina- sino mucho más al sur, a la altura Buarfa y de Errachidia, según Helena Maleno, una activista española que desde Tánger ayuda desde hace años a los subsaharianos. Da la impresión de que esta vez no los abandonarán en el desierto, como sucedió en 2005, sino que las autoridades marroquíes organizarán su repatriación forzosa.

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