GUILLERMO ALTARES | Nogales (enviado especial)
A los dos lados se extiende un terreno baldío interminable y mítico, el desierto de Sonora, que, como el Sáhara, cada año se traga a cientos de seres humanos, inmigrantes dispuestos a arriesgar la vida para cruzar. Sin embargo, menos el paisaje que es idéntico, la valla lo cambia todo: a un lado está México, al otro Estados Unidos, a un lado están los que tratan de cruzar, al otro todos los sistemas de vigilancia posibles que, aún así, resultan insuficientes. "Aquí hay actividad 24 horas al día, siete días a la semana", explica el sargento Mathews, uno de los alguaciles del sheriff del Condado de Santa Cruz, en un sector de la frontera bastante alejado de la población más cercana.
Etiopía 2018- dos semanas..
Hace 6 años
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