lunes, abril 21, 2014

El limbo de los 'sin papeles'

21.04.14 - CARLOS GARSÁN SOCIEDAD@LASPROVINCIAS.ES | VALENCIA. Los centros de inmigrantes de Ceuta y Melilla están saturados y, como consecuencia, hasta 200 extranjeros han tenido que ser trasladados a Valencia en el último año. Su situación administrativa pende de un hilo y muchos de ellos serán expulsados tras haber sido previamente identificados por los miembros de la Policía Nacional. Su caso no es único, sino que se extiende a miles de 'sin papeles' que residen desde hace años en la Comunitat, muchos de ellos atraídos por las oportunidades laborales durante los años de bonanza económica en España. Sin embargo, contabilizar a los inmigrantes en situación irregular que residen actualmente en la Comunitat Valenciana es tarea difícil. Los últimos datos publicados por el centro de estudios CeiMigra suman un total de 163.843 personas 'sin papeles' aunque advierten de que estas cifras dependen de multitud de variables y suele haber desajustes por lo complicado de compilar la información. Sin embargo, de su informe se desprende que, del total de extranjeros irregulares, una amplia mayoría son ciudadanos de la Unión Europea, hasta un 82% del total y 134.557 personas, mientras que aquellos extracomunitarios apenas alcanzan el 18%, con 29.286. Origen: Mali Detrás de uno de estos números se encuentra B. Kone, un joven de 22 años que, con tan solo 16, llegó en patera a la costa de la isla de Gran Canaria. Hasta que cumplió la mayoría de edad, vivió en un centro de acogida de menores en Santa Cruz de Tenerife, lugar desde donde viajó hasta Valencia, donde reside actualmente. Kone decidió, en contra de la voluntad de su madre, dejar el pequeño pueblo de Mali donde vivía y poner rumbo a España en una patera, donde le acompañaban otras 74 personas. Él era el más joven de todos, aunque no el único menor de edad del barco. «Pensábamos que íbamos a morir todos pero, al tercer día de viaje, por fin llegamos a España», cuenta. Tras su paso por el centro de menores se vio de nuevo en la casilla de salida, sin documentación y en un país ajeno donde no tenía donde acudir. Durante estos años ha trabajado sin contrato como agricultor o jardinero y, ahora, espera que pronto le den el permiso de residencia tras haber encontrado un puesto en una empresa de limpieza. La suerte comienza a estar de su lado y busca romper el círculo vicioso de «sin papeles no hay trabajo y sin trabajo no hay papeles». Y es precisamente conseguir un futuro laboral estable lo que motivó a B. Kone a subir a la patera. «Fue la primera vez que me separé de mi madre, pero es la única opción que tenemos. Trabajamos mucho pero ganamos muy poco», cuenta el joven, que se ganaba la vida en África ayudando a su padre como agricultor. En Valencia ha vivido durante siete meses en una casa abandonada, hasta que fue desalojado por la policía, y ha subsistido gracias a la ayuda de asociaciones como Valencia Acoge. Tras cinco años en España espera que su nuevo trabajo le permita visitar, por primera vez desde que llegó, a su familia en Mali. «Nadie puede llamar a alguien ilegal, somos todos iguales. Tengo fecha de nacimiento y mi cultura propia, como el resto. Ningún ser humano es ilegal». Origen: Ecuador Sandra Espinosa, de Ecuador, llegó a España en 2002, pero será en noviembre de este año cuando consiga o no los papeles definitivos.Si no lo hace, deberá regresar con sus tres hijos a su país de origen. Sandra vino a Valencia como turista, a través de una carta de invitación de un familiar, pero, tras tres meses aquí, decidió quedarse y buscar un futuro mejor para su familia. Así, pasaron cuatro años hasta que consiguió regular su situación con una tarjeta de residencia temporal, hasta entonces estuvo trabajando sin papeles cuidando a ancianos. «Cuando no tienes documentos hay muchas personas que te explotan. Me pagaban 300 euros al mes por trabajar de ocho de la mañana a ocho de la tarde, con eso tenía que mandar dinero y comer», cuenta. No olvida la angustia de esos años, en los que fue ayudada por un grupo de monjas de su barrio, que la guiaban a la hora encontrar trabajo. «La gente me metía mucho miedo, me decía que me iban a mandar a mi país si me pillaban sin documentos. No salía de casa, solo a horas en las que no hubiese mucha gente», cuenta. Aquí conoció a Joaquín Cerca, también ecuatoriano y su actual marido. Como Sandra, llegó a España en 2002, y trabajó durante un año y medio sin papeles en el sector agrario. «Muchas veces me ha tocado dormir en la calle, me sentía asustado pero cuando das un paso adelante no puedes ir atrás», cuenta. Ahora subsiste con un trabajo temporal en el campo, tres meses al año, que espera le sirva para renovar su tarjeta de residente en septiembre. Mientras tanto, vive de la ayuda de diferentes asociaciones de caridad, que les ayudan a llenar la depensa cada mes. «A veces, cuando vamos a retirar una ayuda de alimentos mucha gente nos mira mal. Creen que venimos a quitarles el trabajo, pero es mentira», afirma Joaquín. Ahora esperan a salir del limbo administrativo en noviembre, cuando sabrán cuál es su próximo destino. (Leer más...) http://www.lasprovincias.es/v/20140421/comunitat/limbo-papeles-20140421.html

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