martes, septiembre 15, 2015

Familias sirias inician silenciosa inmigración a Chile escapando de los estragos de la guerra

domingo, 13 de septiembre de 2015 SOLEDAD NEIRA y MAURICIO SILVA Nacional El Mercurio Los Mori Alkhouli y los Tahshoun Amoury, establecidos en Osorno y Viña del Mar, respectivamente, son parte de este fenómeno. Pese a las dificultades del idioma y la cultura, resaltan que aquí encontraron la ansiada paz y que su deseo es quedarse. "No pienso volver a Siria. ¡Ya no hay Siria!¡Está desarmada!", dice Chadi Mori en un tono firme, que no logra esconder su tristeza. A los 42 años debió dejar definitivamente su país natal, su casa, a sus padres y su trabajo. Una dura decisión, asegura, para escapar de los terribles efectos de la guerra que afecta a muchas ciudades sirias. Como Homs, donde vivía junto a su esposa, Nadine Alkhouli, y sus dos hijos: Jad, de 11 años, y Zaim, de 7. Su ciudad, relata, "está destruida en un 70%". Una silenciosa inmigración de sirios y libaneses se empieza a dar especialmente en ciudades chilenas con colonias árabes extensas. Por ejemplo, se da en Viña del Mar y Osorno "desde antes del anuncio del canciller (Heraldo Muñoz)", recalca el cónsul sirio, Emilio Aleuanlli, quien representa a sus connacionales en Los Ríos y Los Lagos, que suman unos mil, asegura. Aleuanlli se refiere al anuncio del canciller chileno, quien aseveró que el país podría acoger entre 100 y 150 familias sirias por razones humanitarias. Pero aún no hay un protocolo, advierte Aleuanlli, y estas familias "han estado llegando desde antes, apoyadas exclusivamente por familiares que las ayudan para venir e instalarse". Al igual que Mori, otras familias sirias han llegado al país en los últimos dos años buscando trabajo, pero sobre todo "un lugar seguro y tranquilo para vivir", lejos de la guerra, los disparos y las bombas. Los niños se han adaptado muy rápido, incluso el mayor encontró en su curso a una compañera, también hija de inmigrantes sirios, con quien se comunica en árabe. Pero para su esposa, el tema del idioma es más complejo. "Se siente sola, echa de menos, seguramente", a sus padres, su familia, "es la primera vez que viaja, deja su casa", dice Mori. Tampoco puede trabajar por su visa de turista, agrega, así es que solo él aprovechó la oportunidad que le dio el empresario sirio Ricardo Bayelle como despachador en una distribuidora. En Viña del Mar, la comunidad musulmana habilitó una mezquita en una casa de calle 6 Oriente. Allí, Mustafá Tahshoun besa una y otra vez el carnet chileno a su nombre que facilitó su llegada al país junto a su esposa, Amal Amoury, y sus hijos Sara (14), Chaimma (13) y Mohamed (5). El viaje, financiado por la embajada de Chile en Siria, fue gestionado de urgencia apenas su ciudad, Alepo, se convirtió en escenario de combates entre las tropas sirias y los rebeldes. En 2012, un bombardeo convirtió en escombros el departamento en el que vivían y del que escaparon días antes. A Viña del Mar, donde hace cuatro décadas vive un hermano de Mustafá, llegaron ese año. "Me duele el corazón ver en lo que la guerra ha convertido a mi país, que era bonito y tranquilo", dice Mustafá, cuyo oficio en esa urbe fronteriza con Turquía era de taxista. El vehículo y el departamento los compró tras una anterior residencia en Chile: en los 90, Tahshoun vendió autos para el libanés Abu Gazaleh en la Zona Franca de Iquique. En esa urbe nortina, Mustafá Tahshoun consiguió ahorros y la nacionalidad chilena. Con los primeros, formó su familia en Siria. Con la segunda, logró ponerla a resguardo de la guerra. Acogida A través de la acciones de la Cancillería, Chile podría acoger a entre 100 y 150 familias sirias por razones humanitarias. http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=182827

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