Esto es un texto que leí en un artículo de Daniel Alonso. Es el discurso de algún político en América del Sur. Me gustó. Me gustó mucho. Aquí lo transcribo:
“Es muy probable que entre los jóvenes que están aquí, una gran cantidad conozcan o tengan algún familiar inmigrante. Pero también es probable que no sepan qué es un inmigrante. Pues bien: un inmigrante es un ser al cual el destino quiso poner a prueba su entereza de espíritu, su estructura moral y su capacidad de sobrevivencia.
“Es como una planta a la cual se arranca de su lugar para trasladarla a otro, desconocido, donde deberá echar nuevamente raíces. Lugar al que solo llegará después de muchas y penosas vicisitudes. Si la planta tiene la suerte de encontrar en su entorno quién la estime y la riegue, es muy posible que su esfuerzo para adaptarse a su nuevo suelo se vea recompensado. Muchas irán quedando por el camino sin conseguir las caricias de un nuevo sol.
A nuestra patria le cupo en suerte recibir un gran número de estos trasplantados que son los inmigrantes. Desde el nacimiento mismo de nuestro país arribaron a él muchos miles de seres humanos que el infortunio obligó a cruzar mares en viajes interminables, llenos de incomodidades y peligros. Seres que se quedaron sin sus padres. Sin sus hijos. Sin sus amigos. Familias desgajadas con la partida del padre, de la madre o del hijo a los que abrazaban, sin saber si ese no sería el último abrazo.
“Y el inmigrante partía en una aventura llena de dudas y plagada de angustias y tristezas, para iniciar la lucha sin cuartel contra el hambre, la soledad y el desarraigo. Atrás dejaba la aldea, la ciudad o el campo. Atrás quedaban los mejores recuerdos de sus amigos, los mejores momentos de su juventud, tal vez su novia o simplemente la casa donde nació.
Y aquí en esta tierra promisoria comenzó, tenazmente, su lucha por un futuro mejor. Enterró sus raíces en el suelo pródigo, las regó con amor, trabajo y mucha tenacidad. Secó sus lágrimas y emprendió la construcción de una vida nueva. Aprendió a rezar en un nuevo idioma. Aprendió a querer a una nueva patria y conquistó nuevos amigos. Y trabajó con ahínco. A veces con sacrificio.
Un día Dios premió su esfuerzo. Fue cuando pudo reunirse nuevamente con sus hijos y su esposa y otros miembros de su familia. Pero el día más feliz, cuando realmente pudo sonreír, fue cuando esta generosa tierra le ofrendó hijos y nietos que le hicieron olvidar su condición de inmigrante. Fue cuando vio el futuro de paz y amor que son todos ustedes. Que, ojalá, nunca sean inmigrantes”.
Y yo añado: Ojalá nunca sean inmigrantes y aprendan a mirar con ojos de amor y comprensión a los que lo son, y que han venido a nuestra tierra para ayudarse y para ayudarnos...
Etiopía 2018- dos semanas..
Hace 6 años
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