Mariam, una niña Keniata de tres años. Nació en Eskot, una aldea de pastores. Su padre se gana la vida gracias a su ganado, o por lo menos así lo hacía antes de la sequía, la peor de los últimos 50 años.
Eskot ya no es la de antes, y Mariam tampoco.
Ahora Mariam solo pesa 10,3 kilos, está extremadamente delgada, sufre desnutrición aguda. Ya no juega, está apagada, no tiene la misma energía, el brillo en sus ojos se desvanece, y ya no le quedan razones para sonreír. Al menos tiene el cariño de su padre, Hassan.
Hassan, nos dice: "Si ella padece desnutrición, es por la sequía. Antes, nosotros dábamos a Mariam la leche de nuestros rebaños". "Yo tenía 20 camellos, 20 vacas y 60 cabras. Pero hoy ya no tengo rebaño. La sequía ha matado a mis animales. Las únicas cabras que me quedan no dan más leche, se están secando. No sé qué dar de comer a mi hija. Cada vez está más débil."
La sequía esta a punto de reclamar otra victima.
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