ELMUNDO.es | Madrid
En 1998, José Palazón, un profesor de Melilla, vio que algo raro estaba ocurriendo en el basurero que se encuentra frente a su casa. En la oscuridad descubrió que un joven estaba apartando la basura para poder dormir junto a ella. Palazón no se sorprendió. La imagen de un inmigrante revolviendo entre la basura y buscando un lugar en el que dormir no era nueva.
Según un artículo, publicado en el diario británico 'The Guardian', Palazón y su esposa, Maite, consiguieron hablar con el joven y descubrieron que tenía sólo 11 años y que había estado viviendo en los oscuros rincones de la ciudad desde que cruzó la valla que separa la ciudad española de Marruecos hacía ya tres años.
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