Son los hijos del infortunio que, al sur de la tierra,
heridos inquieren su dignidad humana. Buscadores de ilusión bajo la cúpula
celeste, que al fondo de un paisaje incierto, en tenue cascada de azules, funde
en la bravura del mar, su silencio. Sueño de libertad hacia la fértil tierra,
donde usureros desalmados les han persuadido de que aquí fabricamos la suerte.
A cambio de empeñarse la familia, los tratantes de
seres humanos les venden la aventura que, al otro lado de la miseria, incita
(desde un mundo artificioso que supervive pese al derroche) a ser conquistado.
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